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La asombrosa tumba de San Pedro
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Publicado en 29/01/2025

La identificación científica de la tumba de San Pedro fue llevada a cabo por los jesuitas Engelbert Kirschbaum y Antonio Ferrúa, junto con los investigadores Bruno Ghetti y Enrique Josi. Todo comenzó en 1939, durante el pontificado de Pío XII, mientras se realizaban excavaciones para preparar la tumba de Pío XI. Durante estos trabajos, se descubrió un mosaico.

Existía una antigua tradición que afirmaba que bajo el altar papal, el baldaquino de Bernini y la cúpula de Miguel Ángel, se encontraba una necrópolis donde habría sido sepultado San Pedro. Cuando apareció el mosaico en la excavación de Pío XI, Pío XII ordenó continuar con los trabajos. Así fue como se descubrió la necrópolis, un cementerio de gran relevancia que albergaba mausoleos de importantes familias romanas, como los Flavios y los Valerios.

El padre Ferrúa relató que extrajeron aproximadamente 50.000 metros cúbicos de tierra de debajo de la Basílica, pero esto no afectó su estructura, ya que la excavación no alteró los cimientos. Durante los trabajos, apareció una tumba excavada en la tierra, vacía y sin signos de haber sido alterada, lo que llevó a los expertos a deducir que podría tratarse de la tumba de San Pedro.

Según la historia, Nerón persiguió brutalmente a los cristianos tras culparlos del incendio de Roma. Entre las víctimas de esta persecución se encontraba San Pedro, quien fue martirizado en el circo de Calígula, ubicado junto al Monte Vaticano. La tradición sostiene que fue crucificado cabeza abajo, como lo atestigua Orígenes en el siglo III. El historiador Flavio Josefo confirma que los romanos utilizaban diversas formas de crucifixión, incluyendo esta variante. Se ha observado que los restos atribuidos a San Pedro no presentan perforaciones en las manos ni huesos de los pies, lo que sugiere que sus extremidades pudieron quedar en el madero de la cruz.

El cuerpo de San Pedro fue sepultado en la necrópolis del Monte Vaticano, en una tumba sencilla, acorde con la pobreza de los primeros cristianos. Cuando Constantino derrotó a Majencio en la batalla del Puente Milvio en el año 312, atribuyó su victoria a la visión de un símbolo cristiano en el cielo. Como acto de gratitud, se convirtió al cristianismo y comenzó a construir templos en honor a la nueva fe, incluyendo la Basílica de San Pedro, erigida precisamente sobre su tumba.

Constantino pudo localizar el sepulcro de San Pedro gracias a la transmisión oral de los primeros cristianos, quienes veneraban los lugares de entierro de sus mártires. Para construir la Basílica en la ladera del monte, se realizó un gran movimiento de tierras, lo que sugiere que la elección del lugar no fue arbitraria. Si solo se hubiera tratado de construir un templo en honor a San Pedro, lo lógico habría sido aprovechar el terreno llano del circo de Nerón, en lugar de enfrentar los desafíos técnicos y jurídicos que implicaba edificar sobre una necrópolis.

El descubrimiento de la tumba reveló detalles significativos. Se hallaron muros que protegían el sepulcro de filtraciones de agua, algo inusual en otras tumbas cercanas, lo que indica que la persona allí sepultada era de gran importancia. Además, se encontraron numerosas monedas de diferentes épocas, desde la Roma imperial hasta la Edad Media, evidencia de que la tumba fue objeto de veneración a lo largo de los siglos.

Pío XII anunció en su radiomensaje de Navidad de 1950: «Hemos encontrado la tumba de San Pedro».

Identificación científica de los restos de San Pedro

En 1952, la epigrafista Margarita Guarducci comenzó a analizar los grafitos grabados en un muro cercano a la tumba. Tras años de estudio, descifró inscripciones que reforzaban la identificación del sepulcro, como «Pedro, ruega por los cristianos sepultados junto a tu cuerpo» y un símbolo que representaba a Pedro con las llaves del Reino de los Cielos.

En otro muro, identificado como el "muro rojo", encontró una inscripción que decía: «Pedro está aquí». Al excavar, descubrieron un nicho de mármol blanco que contenía huesos. El antropólogo Venerando Correnti analizó los restos y determinó que pertenecían a un hombre de complexión robusta, fallecido en edad avanzada y que vivió en el siglo I. Además, los huesos tenían adherida la misma tierra que la tumba excavada, lo que sugería que habían sido retirados y trasladados al nicho para su preservación. Estaban teñidos de rojo, señal de que habían sido envueltos en un paño de púrpura y oro, lo que indica un alto grado de veneración.

La profesora Guarducci concluyó que estos eran los restos de San Pedro. En 1965, publicó su investigación en el libro Las reliquias de San Pedro, respaldando la identificación con pruebas epigráficas y arqueológicas. Finalmente, en 1978, el Papa Pablo VI declaró: «Hemos llegado al final. Hemos encontrado los huesos de San Pedro identificados científicamente por especialistas en el tema».

El legado de San Pedro

El recuerdo de San Pedro en Roma, desde su tumba hasta la cúpula de Miguel Ángel, ha perdurado más que el de cualquier emperador romano, muchos de los cuales han quedado reducidos a ruinas. A diferencia de los poderosos de su época, Pedro fue un humilde pescador que murió por la verdad de Cristo.

Jesucristo, el personaje más influyente de la historia de la humanidad, transformó el mundo con su mensaje de amor al prójimo. Gracias a su doctrina, se abolió la esclavitud y se promovieron los derechos de la mujer y la dignidad de los más vulnerables. Su legado ha inspirado a millones de personas a lo largo de los siglos.

Cristo sigue siendo el más amado de la historia. A diferencia de otros personajes admirados, su amor trasciende generaciones. Miles de cristianos han entregado su vida por Él, ya sea como mártires o dedicando su existencia entera a su causa.

La muerte y la victoria de San Pedro son fuente de esperanza para los creyentes. Su tumba sigue siendo un punto de referencia, y su sucesión apostólica ha continuado sin interrupción a través de los siglos. El altar papal se encuentra sobre su tumba, y el Papa de Roma es su legítimo sucesor. La Iglesia fundada por Cristo sobre Pedro sigue viva, testimonio inquebrantable de su misión en la historia.

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